Thomas Hoepker

Yo no sé si la imagen del fotógrafo de Magnum es o no es una superposición de dos momentos. Lo que sí sé es que retrata el mundo como lo conocemos: mientras la casa del vecino se quema, yo miro hacia otro lado. Parece ser que, a pesar de la solvencia de su autor, la fotografía estuvo cuatro años sin poder ser publicada.

Respecto a la técnica, su gama de colores es casi pictórica, y la colocación de los personajes, muy acertada bajo mi punto de vista. Hay cinco personas pero no se ve excesivamente abigarrada.
A parte, la historia narrada en tres planos: el grupo, el río y el perfic de NYC. También las diagonales, que potencian la acción.

Ayie Permatasari

La fotógrafa indonesia ha sabido captar con maestría las líneas que forma el agua, tanto la que desciende de la cascada, tanto la estela de la que se tiran los chicos.
La acertada velocidad de obturación crea una puesta en escena atrayente, casi mágica, que se combina con esa luz en perfecto estado de pureza.

Peter Turnley

Turnley trabaja como pocos el tema de las miradas. He leído en diferentes autores que existen las lineas reales y las virtuales o imaginarias. Estas últimas son aquellas que dibujan las miradas de cada uno de los sujetos que aparecen en una fotografía. Aunque no he encontrado la imagen que quería, esta sirve también para enfrentarnos a este tema.

Aparte de una paleta de colores reducida (amarillos, ocres, dorados), que ayuda a que nuestra atención no se disperse, las mujeres miran a diferentes sitios, lo que hace aumentar nuestras posibilidades de quedar-nos pegados a la foto.

Yousuf Karsh

Dicen algunos que ha sido uno de los mejores retratistas de todos los tiempos. Eso siempre es decir muchísimo. Sin embargo, es para creerlo viendo esta obra maestra de nitidez, contraste entre luces y sombras.
Si es que lo mejor de un retrato es la conexión entre el fotógrafo y el modelo, quizás si tendremos que concedérselo. ¿Ha sabido, o no, captar, lo angelical y escurridizo de Audrey Hepburn?

Xavier Miserachs

Esta imagen me acompaña desde hace un tiempo. La he utilizado para hacer entender a mis alumnos los supuestos cambios morales y de educación de género que ha habido desde los años 60. Se titula el piropo y, como se puede ver, la foto cumple la promesa del título.
Lo que me apasiona son los detalles, la cantidad de datos que nos transportan a aquella época y todo ello sin emmarañar la composición, cuyo punto central son las caras de la piropeada y el piropeador (por llamarlos de algún modo).
Aunque pensemos que Miserachs hubiera preferido prescindir del individuo que camina delante, la fuerza de la situación de atrás garantiza bastante nuestra atención.