
La historia es la siguiente: el paseante, dada la aureola que le envuelve el cráneo pelado, se dedica a pensar sobre como continuar la situación de apartheid mientras las señoras simplemente ocupan el banco reservado para europeos blancos.
Por tanto, la acción y la reflexión en la misma fotografía.
Buscar esta imagen para colgarla ha sido un placer indirecto, porque me ha llevado a conocer un poco más la obra de este fotógrafo holandés underground que se dedicó a patear el Amsterdam de los 60 y cartografiarlo. Con su obra, entiendo más su ciudad.
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